Camhinojo de Santi: Post-Camino. El "Retonno"

Hoy 30 de septiembre, regresamos "pa bajo". Ya se nos acabó el rollo gallego. Decimos adiós a Santiago de Compostela.

Por un lado, Pepe Aguilar (conduciendo sin GPS) y los 4 vallisoletanos salen antes, en el coche de la hija de Pepe Castro. Los 4N, como estaba ya previsto, tomamos un taxi que nos recogió en el hotel Bonaval y nos trasladó hasta Sarria, donde espero encontrar entero mi coche, el cual habíamos dejamos aparcado en el hotel Alfonso IX, donde nos hospedamos en su día.

Antes de salir, los 4N nos hacemos una fotito de nuestros cansados pies, en el cuarto de Celia,

El taxista muy simpático, nos contó durante el trayecto algunas divertidas historietas de clientes peregrinos y el viaje hasta Sarria se nos pasó volando.

Una cervecita en el hotel Alfonso IX de Sarria y ¡al coche! que nos esperaba con cara triste por el tiempo que permaneció solo y desvalido.

Pusimos rumbo hacia el sur y se me ocurre que podiamos visitar O Cebreiro, donde paramos, hicimos una visita, con mucho frío, y encontramos un sitio muy apañado para almorzar - Venta Celta- (¡unas sopitas calentitas!)

¡Y "palante"! ¡Que Valladolid queda lejos! Llegamos a media tarde y nos encontramos con el otro grupo que, al parecer, tomaron otro trayecto algo más largo con el objetivo, nunca confesado, de visitar los alrededores de La Coruña.

Como el almuerzo quedaba bien lejos, sobre las 9,30 de la noche ya nos encontrábamos en Traspinedo para tomar buena cuenta de unos "minúsculos" pinchos de cordero en el Mesón Molinero.

¡Qué bien se duerme uno con el estómago agradecido!

A la mañana siguiente, dia 1 de octubre, poco antes de los 10 de la mañana, los cinco que habíamos salimos de Sevilla, abandomamos Valladolid y pusimos nuestro punto de mira en Andalucía. Por el camino de vuelta, sugerí pasar por el museo Vostell en Malpartida de Cáceres y hacia allá fuimos....pero llegamos tarde, el museo estaba cerrado y solo pudimos curiosear por los alrededores. Almorzamos cerca, por cierto bastante mal.

Tras alguna parada para tomar café, llegamos por fín a Sevilla. En una cafetería, dimos oficialmente por concluida nuestra aventura peregrina.

¡Y colorín , colorado, este Camino se ha acabado!